Debo reconocerlo, quizás siempre tuve un grado de melomanía
lo suficientemente intensa como para sentir una filiación afectiva por músicas
y versos que hasta el día de hoy me hacen cerrar los ojos y sorprenderme ante
la creatividad humana. Este año Congreso, banda Quilpueína cumple medio siglo
de existencia, sin lugar a dudas un testimonio artístico que pocos músicos de
nuestro país pueden relatar desde la permanente búsqueda de nuevos horizontes
sonoros y no únicamente desde el tributo a viejas obras magnánimas que opacan
cualquier intento de ofrecer sorpresas musicales a un futuro que se avizora tan
saturado de ruido y auto tune. Tengo un
vago recuerdo de haber escuchado el “descarril” cuando era niño, el bajo de
Ernesto Hollman deslizando la melodía como un canto rítmico marcado por los
acentos de la batería de Tilo González y la marimba de Ricardo Vivanco,
instrumentos que en ese entonces gozaban de poca presencia como solistas en la
música popular Chilena, pero que lucían con sutileza y prolijidad entre los
dedos de los Congresistas. Mayor fue la sorpresa cuando ya en la adolescencia
mi amigo César (más melómano que yo) compartió conmigo los casette pirata de
“Ha llegado carta” y “Viaje por la cresta del mundo” y casi en paralelo comencé a reconocer quienes eran los autores de muchas canciones de otros discos que no tengo hoy recuerdo como escuché, "Dónde estarás", "Los elementos", "Quenita y violín", "Los maldadosos". En ese entonces ya mi
oreja había sido impactada por las letras de Jorge González de Los Prisioneros
y por otro lado comenzaba a sumergirme en una construcción sonora con
atmósferas musicales poco definibles, que con el aislamiento cultural de la
sociedad chilena en dictadura, eran parte de discos editados 10 o 15 años
antes, Pink Floyd, Yes, Emerson, Lake and Palmer y por supuesto “Alturas de Machu Pichu” y “Obras de Violeta Parra” de Los Jaivas, llegaban tardíamente.
Se avecinaba el plebiscito de 1988, mi hermano mayor me invita al primer
concierto de la vida, Quilapayún & Congreso en el histórico Fortín Prat de
Valparaíso como respaldo a la opción NO. Ya no era solo escuchar a una banda
cuyas canciones son una invitación a la sorpresa constante, sino además un
relato coherente en un momento de nuestra historia en el que sostener las
convicciones era un ejercicio del que pendía la vida. Luego fue un concierto en
la ex maestranza de barón y de ahí en adelante no recuerdo cuantas veces he
seguido a Congreso en los escenarios de la 5ª región. Me voló la cabeza “Pájaros
de arcilla”, más aún con lo dificultoso que era conseguir una copia de esta
tremenda obra en tiempos sin internet. Pájaros de arcilla resulta inclasificable, algunos toman el atajo del jazz fusión para poder encasillarlo, claro con la presencia permanente de la raíz latinoamericana, melodías llenas de dulzura, hermosos textos que remataban en melodías circenses con un dejo de esquizofrenia entre tanto relato onírico, la incorporación de nuevos timbres al lenguaje Congresista, luego llegaron “Estoy que me muero” y “Para
los arqueólogos del futuro”, y por fin comenzaba a escuchar a Congreso como un
contemporáneo de sus creaciones y no como un explorador de un pasado del que no
fui parte. Era el tiempo de “La loca sin zapatos”, yo conducía el programa
radial “Bajo la rueda” y tuve el agrado de entrevistar a Hugo Pirovich y Pancho
Sazo quienes estaban en proceso de difusión del disco. Para un aprendiz de sus
canciones, tener la posibilidad de entrevistarles y hacer las preguntas y comentarios
que siempre guardé fue sin lugar a dudas una experiencia inolvidable, aún
conservo la copia de “La loca…” que me obsequiaron en su visita, luego el dolor y la muerte de Jaime Vivanco casi de la mano con la del Gato Alquinta, la renovación de los músicos de la banda, nuevos discos. Unos años más
tarde, Radio Valentín Letelier tuvo un programa conducido por Ronald Smith,
Pancho Sazo y Hugo Pirovich, donde en esa ocasión el entrevistado fui yo como
integrante de la banda Al Otro Pueblo. Es difícil sintetizar la importancia que
la música de Congreso ha tenido en mi vida, en mi desarrollo como músico y en
definitiva en mi mirada del arte, cada concierto es una clase magistral donde
la sutileza de las dinámicas, el uso medido de cada instrumento en función del
concepto de cada composición es capaz de llenar de virtuosismo interpretativo
hasta aquellas piezas que pueden tener una estructura armónica simple, sin
grandes pretensiones, pero donde el texto de Pancho Sazo en un dialogo indisoluble con la música de Tilo González pasa a ser el centro de este llamado a
los pueblos extintos, a la mujer que abandonada por su amor forastero alza el pañuelo a orillas de algún
puerto, a Nicanor homenajeando a la tierra y a cada cultura de este continente
y de otros que encuentran en la música de Congreso el sincretismo perfecto, ese
que no reconocen los medios, que no sale en la radio ni en la tele, pero que
sin lugar a dudas es el testimonio más valioso de lo que somos como humanidad
para las futuras generaciones. Mil gracias Congreso por tanta luz y tanta
música!
Este Blog es una instancia para poder compartir con ustedes mis trabajos en poesía y música además de artículos sobre educación, cultura, ecocienca y algunas visiones, impresiones,letras que desde la sencillez pretenden ofrecer otra mirada entre tanta hegemonía imperante.